Un crimen que ha estremecido a la comunidad latina en Estados Unidos. María Camila García Molina, una joven colombiana de 24 años, fue asesinada en el condado de Miami-Dade, al parecer, por su exnovio. La hija de la víctima, una niña de tan solo 3 años, habría presenciado el violento acto.
El horror se desató en un complejo residencial del sector de Hammocks, donde un vecino encontró a una menor deambulando sola por las calles, desorientada y con rastros de sangre seca en su ropa. Alarmado por la situación, decidió llevarla a casa de su abuela. Fue entonces cuando la pesadilla comenzó a revelarse.
La abuela, al ver el estado de la niña, alertó a la Policía. Minutos más tarde, las autoridades hallaron el cuerpo sin vida de María Camila en el interior de un vehículo estacionado dentro del conjunto residencial Twin Lakes. Su cuerpo presentaba signos claros de violencia.
Pero lo más estremecedor del caso es que la declaración de la pequeña fue clave para esclarecer lo ocurrido. Según informes de las autoridades, la niña manifestó que había estado con su madre y el agresor, identificado como Joy Chandra Nath, de 29 años, al momento del ataque. “Mamá se quedó dormida después de que él le pegó en la cabeza”, relató la menor con la inocencia de su corta edad, palabras que se convirtieron en la punta del iceberg de un caso que ahora estremece a dos naciones.
Las investigaciones permitieron ubicar a Nath como el principal sospechoso. El hombre fue detenido horas después, cuando regresó al lugar del crimen con visibles rasguños en rostro, cuello y brazos, presuntamente causados por la víctima en un intento desesperado por defenderse.
Durante el interrogatorio, el señalado intentó minimizar su responsabilidad, asegurando que solo había compartido el desayuno con la mujer y su hija ese día. No obstante, la evidencia en su contra es contundente: el celular de María Camila, su bolso y documentos personales fueron hallados en el carro de Nath, mientras que el GPS del teléfono reveló recorridos sospechosos entre la casa de la víctima, la de Nath, y nuevamente el lugar donde fue encontrada sin vida.
El historial de maltrato no era nuevo. Vecinos de la joven aseguraron que ella ya había intentado protegerse con órdenes de alejamiento que nunca fueron efectivas. La familia confirmó que semanas antes del crimen, el agresor la había confrontado en un centro comercial cuando estaba con su nueva pareja.
Hoy, Nath enfrenta cargos por homicidio en segundo grado y abuso infantil. Fue recluido sin derecho a fianza. La niña, en medio del dolor y el trauma, quedó bajo la custodia de sus abuelos maternos.
La familia de María Camila ha iniciado una campaña de recolección de fondos para cubrir los gastos del sepelio y brindar apoyo psicológico a la menor, que cargará para siempre con la herida de haber visto cómo le arrebataban la vida a su madre.
Este caso no solo expone la brutalidad del feminicidio, sino también el fracaso institucional para proteger a las víctimas que, como María Camila, buscaron ayuda y no fueron escuchadas.