La reciente crisis del aseo en el Quindío parece ser un guion perfectamente escrito, una crisis montada para justificar lo que algunos ya tienen en mente: la privatización de NEPSA. Es que no hay nada mejor que una acumulación de basuras en las esquinas de los siete municipios que cubre NEPSA para hacerle un guiño al sector privado y abrir el camino hacia una concesión; porque, ¿quién necesita una empresa pública eficiente cuando podemos tener un privado que maximice sus ganancias de particulares? La solución parece estar clara: si el servicio no funciona, pongámoslo en manos de una empresa privada, y listo, el problema se resuelve. ¡Qué fácil parece!
El guion de esta crisis es tan claro que para muchos no deja lugar a dudas. La acumulación de basuras en Buenavista, Circasia, Córdoba, Génova, Pijao, Salento, Quimbaya -parece ser- no es más que una excusa para hacerle pensar a la sociedad quindiana que lo público no puede más y que el sector privado tiene la fórmula mágica para todo. ¿Y qué mejor manera de presionar para una concesión que generar caos? Después de todo, si los ciudadanos comienzan a perder la paciencia, el argumento de que “la administración pública no puede sola” cobrará fuerza, y se justifica la necesidad de entregar el servicio a manos privadas. La narrativa se construye casi de manera planificada: caos, crisis, y luego la solución mágica que no es más que una privatización disfrazada.
Pero, en serio, ¿realmente debemos caer en este juego? El futuro de NEPSA, y de los servicios públicos en el Quindío, no debe depender de una crisis fabricada. ¿Es acaso la crisis de aseo un problema de capacidad pública o una táctica para imponer la privatización como única salida? Desde luego, lo primero que pienso es que, en realidad, el servicio está siendo saboteado para que su privatización sea vista como la única opción viable. Ojalá esté equivocado y esta no sea una conspiración disfrazada de “ineficiencia pública” que convenientemente llega para algunos en el momento justo.
Y, por supuesto, todo esto se enmarca en un discurso de “necesidad”, como si no hubiéramos tenido suficiente experiencia para saber que, cuando se trata de servicios esenciales, lo público debe ser siempre la opción. En el mayor número de casos, la privatización solo trae consigo más problemas: aumento en las tarifas, reducción de la calidad del servicio, y un claro desinterés por las comunidades más vulnerables. ¿Acaso hemos olvidado las lecciones del pasado? Las empresas públicas tienen la capacidad de operar con eficiencia, y no debemos permitir que un par de basuras acumuladas en las esquinas nos hagan perder de vista lo que realmente importa.
No, no podemos permitir que este “show montado” nos haga ceder lo que nos pertenece. El alcalde de Calarcá, Sebastián Ramos, cabeza de EMCA, tiene la oportunidad de demostrar que lo público puede funcionar si se le da el respaldo necesario. ¿Quién o quiénes quieren apoderarse de NEPSA?
La privatización no es la solución. La solución está en fortalecer lo que tenemos, en apoyar lo público, y en garantizar que los servicios sean para todos y no solo para quienes pueden pagar más. No caigamos en la trampa: los desperdicios que se acumulan en las esquinas no deben convertirse en el pretexto para entregar nuestros servicios esenciales a manos privadas. Hagan bien su trabajo, alcaldes: la Ley 142 de 1994 deja claro que el aseo de sus municipios es responsabilidad de ustedes: defiendan lo público, no tiren todo a la basura.
Aquí FINITO…

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