Una pareja de jóvenes huilenses perdió la vida cuando regresaba a casa, luego de participar en una válida de motovelocidad en el Quindío. El vehículo que los arrolló era conducido por funcionarios del CTI de la Fiscalía. Hoy, sus familias solo claman justicia.
La vida de Cristian Andrés Sánchez Cabrera y Yandri Tatiana Patiño Perdomo se apagó trágicamente tras cumplir uno de sus más grandes sueños: participar en una competencia de motovelocidad en tierras quindianas. Nunca imaginaron que el viaje que iniciaron con entusiasmo desde Campoalegre hacia Calarcá, terminaría convertido en una desgarradora historia de dolor, luto e indignación.
Cristian, de 25 años, era un apasionado de las motos desde niño. Se había ganado el respeto en las pistas del país por su talento y entrega, lo que le permitió ser convocado por la Liga de Motociclismo del Quindío. Tatiana, su novia y cómplice en la vida, siempre lo acompañaba. Ella, enfermera de profesión, era su más fiel seguidora.
Participaron el fin de semana del 26 y 27 de abril en una válida en el Alto del Río, Calarcá. El evento fue exitoso y sin incidentes. Pero al emprender el viaje de regreso, en la madrugada del lunes 28 de abril, cuando transitaban por la vía Palermo–Neiva, fueron impactados de frente por una camioneta oficial del CTI de la Fiscalía, que según las autoridades invadió el carril contrario mientras intentaba adelantar otro vehículo.
La colisión fue brutal. Los cuerpos de Cristian y Tatiana salieron expulsados y quedaron tendidos en una zona verde a varios metros del asfalto. Un amigo que los acompañaba relató que los funcionarios del CTI no prestaron ayuda inmediata. “Vayan y busquen, por allá hay unos muchachos tirados”, fue la cruda frase que recibió como respuesta, según denunció la familia.
La pareja fue trasladada con graves heridas a la Clínica Medilaser de Neiva. Tatiana ingresó sin signos vitales. Cristian, en estado crítico, fue sometido a maniobras médicas, pero su cuerpo no resistió. “Tenía desprendimiento de órganos, piernas y pelvis fracturadas… ahí perdí toda esperanza”, narró su madre, doña Maritza, entre lágrimas.
La noticia devastó al municipio de Campoalegre. La calle donde creció Cristian fue cerrada con cintas amarillas. Sus amigos y vecinos levantaron carpas para despedirlo. Tatiana, con apenas 24 años, había empezado su carrera profesional y también era muy querida. Ambos eran ejemplo de disciplina, alegría y metas compartidas.
La comunidad exige respuestas. Hasta el momento, la Fiscalía General de la Nación no ha emitido un pronunciamiento formal, pese a que el vehículo involucrado pertenece a esa entidad. “Solo pedimos que se haga justicia, que no haya impunidad. Si alguien cometió un error, que lo asuma, así sea funcionario público”, expresó con firmeza Orfredy Sánchez, padre de Cristian.
El sepelio conjunto de los dos jóvenes se realizó en medio de una multitudinaria caravana que acompañó sus cuerpos hasta el cementerio central de Campoalegre. Allí, el municipio entero se unió para darles el último adiós a quienes partieron de este mundo cumpliendo una pasión que los unía: las motos.






