La controversia política se desató con fuerza. Las críticas hacia el presidente Gustavo Petro no cesaban, tras su decisión de nombrar a Daniel Mendoza, un abogado sin experiencia diplomática y señalado por comentarios misóginos, como embajador en Tailandia. La desaprobación también surgió desde su propio círculo, como lo demostró la vicepresidenta Francia Márquez, quien expresó su malestar a través de un mensaje en redes sociales: “Siempre es crucial escuchar a nuestra gente”, escribía, y añadió: “Como vicepresidenta y ministra de Igualdad y Equidad, no puedo tolerar la misoginia”.
La reacción no se hizo esperar. Mendoza, quien había sido respaldado por Petro, renunció al cargo en un video de nueve minutos, en el que explicó sus motivos para rechazar el nombramiento. Aseguró que el apoyo del gobierno tailandés y de Petro le conmovían, pero que la tormenta de críticas lo hizo reconsiderar su decisión. “Este tsunami de ataques me hizo reflexionar sobre mis motivos y me sinceré conmigo mismo”, expresó en su mensaje, pidiendo perdón al presidente y dirigiéndose también a Francia Márquez y la diplomática Laura Gil.
La vicepresidenta, por su parte, había subrayado que el gobierno había sido elegido por las mujeres que creían en un cambio, en la erradicación de las violencias patriarcales, y que no se podía permitir que alguien que iba en contra de esta promesa formara parte de él. Estos comentarios se sumaban a las fuertes críticas que Petro ya había recibido, especialmente por los comentarios misóginos que Mendoza había publicado en sus redes años atrás. La situación se complicó aún más con el apoyo de Márquez, que añadió un peso político significativo a la polémica.