Teniendo en cuenta que en los últimos años han llevado injustamente el 65% de la carga tributaria de Armenia, en lo que al impuesto predial se refiere, en este 2025, ¿usted les condonaría las deudas a los estratos 1, 2 y 3? No se me ponga bravo, amigo rico, que, aunque tiene y de sobra, usted no ha pagado lo justo “quién sabe por qué”.
El reciente aumento del impuesto ha desatado una tormenta, pero lo que realmente debería preocuparnos no es el incremento en sí mismo, sino la inquebrantable inequidad del sistema tributario local. Durante años, los más pobres han cumplido con su parte, mientras que las élites eluden lo que les corresponde.
La reciente actualización catastral, que muchos esperaban como la oportunidad para corregir esta distorsión, no ha hecho más que profundizar la inequidad. Si bien aumentó lo que los más ricos deberán pagar, no se presentó ningún alivio para los que siempre han respondido sin afectar al municipio; es decir, no hubo una reparación.
¿Se puede condonar las deudas a los más pobres? ¿Por qué tal pedido? Mientras los estratos 1, 2 y 3 de Armenia han llevado la carga fiscal durante décadas, las élites han mantenido sus lujosas propiedades, sin ajuste alguno desde hace más de 20 años, pagando por impuestos, en muchos casos, lo mismo que un propietario de una casa de estrato 1 o 2, una costosa omisión. ¿Entonces, no les parece justo este llamado?
Del total del recaudo en 2022, provenientes del impuesto predial, el 65% lo pusieron los armenios de estratos 1, 2 y 3, lo que deja claro que la alcaldía tiene una deuda enorme con los sectores más vulnerables, aunque la lógica del recaudo es “quitarle al rico para distribuirlo entre los más pobres”, como lo dijo Yeison Andrés Pérez, secretario de Hacienda de Armenia.
Los sectores vulnerables, que poco ven una valorización en sus viviendas, pues no hacen grandes remodelaciones ni están cerca de impactantes desarrollos urbanos, continúan asumiendo el peso de un sistema tributario que, de una u otra manera, beneficia solo a los que menos lo necesitan.
Sí, hoy el 65% de la carga tributaria sigue recayendo sobre los más humildes y el 35% sobre los mejor acomodados. De los 122.000 predios que tributan en la ciudad, 107.000 vieron incrementos en su impuesto predial. ¿Y cómo se distribuyó el impacto? La mayoría de los ajustes recayeron sobre los sectores más vulnerables, mientras que los ricos parecen hacer todo lo posible para no contribuir.
La alcaldía, hay que decirlo, dio el primer paso en busca de la equidad: el 90% de los predios en la ciudad experimentaron aumentos inferiores a $650.000. Entretanto, 12.600 propiedades, en su mayoría de grandes magnates, experimentaron aumentos del 100%, y su respuesta no ha sido decir “ya era justo”, sino que se han lamentado por tener que contribuir al bienestar común, llorando con dolor mientras aceleran en sus carros del año.
Pero la alcaldía, hay que decirlo también, se ha quedado corta, pues está en mora de presentar alivios para las clases menos favorecidas, que siguen siendo las más afectadas por este desajuste fiscal. La actualización catastral debería haber sido la oportunidad para una rectificación histórica, pero, en lugar de eso, la administración municipal ha optado por seguir siendo cómplice de una distribución inequitativa, apelando a una igualdad que solo sería válida si el poder adquisitivo de los ciudadanos fuera tratado de manera equitativa. Pero no es así, pues mientras que para un rico el pago del impuesto puede significar aplazar la compra de otro lujo, para el pobre puede significar días de hambre.
No podemos seguir esperando que las promesas de justicia fiscal recaigan solo sobre los que siempre han pagado lo justo, mientras que quienes han sido beneficiados siguen como si nada. ¿Por qué no ofrecer condonaciones a esos sectores vulnerables que ya llevan muchos años cargando el peso de un sistema tributario desnivelado?, y no lo digo yo, lo dice el mismo secretario de Hacienda.
La administración municipal debe entender que es hora de empezar a hacer las cosas bien. Si hay voluntad, hay alternativas, y es momento de que la alcaldía de Armenia dé el paso hacia una verdadera redistribución de la riqueza, priorizando a los que menos tienen y a los que han estado cargando esta pesada carga fiscal, recibiendo muy poco a cambio. Y claro, que se van a escuchar lamentos, pero eso no importa: “los ricos también lloran”.
Por Finito

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