Durante siete meses, la chimpancé Natalia, residente del Bioparc de Valencia, España, mantuvo abrazado el cuerpo de su cría fallecida, un hecho que capturó la atención de visitantes y especialistas. El insólito comportamiento de la primate, que perdió a su cría en febrero de este año, dejó asombrada a la comunidad científica y generó un debate sobre la empatía y el duelo en los animales.
Desde el momento del fallecimiento, Natalia no soltó el cadáver de su bebé, cuidando de él como si aún estuviera vivo, lo que provocó una gran conmoción entre quienes visitaban el zoológico. Los cuidadores, respetuosos del instinto maternal, decidieron no intervenir ni retirarle el cuerpo por la fuerza, por temor a que perdiera la confianza hacia ellos. Esta decisión fue respaldada por el Bioparc, una instalación que recrea el hábitat natural de sus animales y participa en programas internacionales para la protección de especies en peligro de extinción, como el chimpancé de la subespecie pan troglodytes verus.
La escena, dolorosa y conmovedora, generó empatía entre los visitantes, especialmente entre las mujeres, quienes, según un comunicado del Bioparc, comprendieron y respetaron la decisión de Natalia de aferrarse a su cría fallecida. “Resultó emocionante descubrir la empatía de los ciudadanos hacia la madre”, señaló el zoológico.
Para sorpresa de todos, un día Natalia decidió soltar finalmente el cuerpo sin vida de su cría. “De pronto, se desprendió de él y dejó de atenderlo. Lo depositó y no regresó, de modo que los profesionales pudieron recuperar el cuerpo”, informó el Bioparc en un comunicado oficial.
Este acontecimiento no solo fue un desafío emocional para los cuidadores, sino también un fenómeno que capturó el interés académico, abriendo el debate sobre el duelo en los primates y su capacidad para procesar la pérdida. El caso de Natalia se convirtió en un símbolo de resiliencia y amor materno, generando una profunda reflexión sobre la relación entre los humanos y los animales en situaciones de duelo.