Digamos la verdad: ser amigo de un periodista no es tarea fácil. El periodismo no es un escenario donde todo sean aplausos, y mucho menos un campo donde las verdades son vestidas con ropas de seda; no, estás andan en harapos y muchos intentan esconderlas. Pero el periodista suele encontrarlas, triangulando su posición.
Él no está aquí para ser el amigo que siempre dice lo que los demás quieren oír. Está para señalar las grietas, para mostrar lo que se esconde detrás de la cortina, aunque duela. Ser su amigo no es una tarea para sensibles, porque es una relación llena de espejos rotos que reflejan lo que muchos preferirían ignorar.
Aquí no se juega a la complicidad ni a las sonrisas fáciles. Él no está para sonreírte cuando te conviene, sino para mirarte a los ojos y, si es necesario, señalarte tus imperfecciones. Como un cirujano de la palabra, abre heridas que no siempre son agradables, pero que son necesarias para la sanación social. Es una relación difícil, cargada de incomodidades, porque él tiene un pacto con la sociedad, no con los amigos que lo rodean, y ese pacto no se negocia.
Ser su amigo es caminar por una cuerda floja. En cada conversación, hay un juego de equilibrios entre la palabra incómoda y la mentira seductora, entre lo que se espera escuchar y lo que realmente necesita ser dicho. La amistad con él no es una senda de flores, sino un sendero de espinas, donde las palabras pueden cortar más profundo que cualquier cuchillo. No se puede esperar que alguien cuya función es exponer lo que está oculto desee ser la sombra que sigue los caprichos de los demás. Él no es un eco, es un relámpago que ilumina la oscuridad, incluso si esa luz descompone la calma en la que algunos viven.
El periodista no tiene miedo de romper el silencio ni de construir castillos de arena solo para derribarlos con la fuerza de una pregunta punzante. No está aquí para ser tu aliado cuando necesitas un respaldo fácil, ni para ser tu cómplice cuando lo que propones es un juego sucio. Él analiza y saca sus conclusiones. Si te acercas a él esperando que se ponga de tu lado, sin ningún interrogante, prepárate para ser desengañado, porque su lealtad está con la verdad, aunque esta queme.
Es difícil ser amigo de un periodista porque, al final, su amistad no depende de la superficie, de los gestos amables; está anclada en un principio firme y simple: su ética. Y es en esa ética donde se enfrenta al reto de ser quien, en lugar de aplaudir, señala las costuras del sistema. Porque él no tiene amigos fáciles: tiene lectores, audiencias, personas que necesitan ser desafiadas, que necesitan saber lo que otros callan. Ser su amigo significa estar dispuesto a enfrentarte a tus propios fantasmas, a tus contradicciones, a las sombras que prefieres ignorar.
La máxima prueba de la amistad con un periodista es la capacidad de aceptar que no serás siempre el favorito, ni la prioridad; que las palabras de él, aunque a menudo incómodas, son las que te sacuden de la inercia. No hay comodidad en esta relación, porque él no está aquí para aliviarte, sino para incomodarte, para poner los dedos en las heridas que tú prefieres esconder. Y, sin embargo, es en esa incomodidad donde se encuentra la mayor oportunidad de crecimiento.
Si quieres apoyar el trabajo periodístico, hazlo sin esperar nada más allá de un compromiso serio con la honestidad y la libertad. Y si te atreves a ser su amigo, prepárate para ver el mundo a través de una lente que no se suaviza ni se adapta a los intereses propios. La amistad con él es una relación que desafía, que cuestiona, que expone. Y solo aquellos que pueden soportar esa exposición pueden mantenerse en pie al lado de quienes, con palabras, sacuden los cimientos de lo establecido.
Si vas a ser su amigo, entiende que esa relación es un campo de batalla constante entre la comodidad y la verdad, donde el compromiso con lo que es justo no siempre se alinea con lo que es popular. Y si realmente apoyas el periodismo, no lo hagas por conveniencia, sino por la profunda admiración hacia quienes tienen el coraje de desafiar la mentira, por el simple acto de buscar la justicia en un mundo que a menudo prefiere ignorarla.
9 de febrero, Día del Periodista en Colombia.
Aquí Finito…

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