El domingo 10 de noviembre, dos potentes sismos estremecieron el sur de Cuba, causando alarma en la población y generando daños en infraestructuras y cortes de electricidad en las provincias de Granma y Santiago de Cuba. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) reportó que el primer terremoto, de magnitud 5,9, ocurrió a las 10:50 a.m., con epicentro a 48 kilómetros al sureste de Pilón, a una profundidad de 10 kilómetros. Apenas una hora después, a las 11:49 a.m., un segundo sismo de magnitud 6,8 se registró a 23,5 kilómetros de profundidad, a 40 kilómetros de Bartolomé Masó, en la provincia de Granma.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se pronunció a través de redes sociales, informando que se habían producido deslizamientos de tierra, afectaciones en viviendas y cortes en el tendido eléctrico. Además, hizo un llamado a la población de las áreas afectadas a salir y mantenerse en lugares abiertos para salvaguardar sus vidas.
Las autoridades cubanas han confirmado que no se emitió ninguna alerta de tsunami y, hasta el momento, no se reportan víctimas mortales. Sin embargo, la sacudida fue sentida en gran parte del territorio cubano, y el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais) ha desplegado equipos para evaluar los daños y monitorear posibles réplicas. Según el periódico estatal Granma, brigadas de emergencia recorren las zonas afectadas para atender a los damnificados y asegurar las infraestructuras afectadas.
En Santiago de Cuba, una de las ciudades más cercanas al epicentro, residentes salieron rápidamente a las calles. “Aquí la gente salió rápidamente a la calle porque el suelo se movía muy fuerte”, dijo Andrés Pérez, un jubilado de 65 años. En redes sociales, ciudadanos compartieron imágenes y testimonios de muebles y objetos moviéndose en sus hogares, en medio de la incertidumbre y el miedo.
Estos eventos sísmicos se producen en un momento complicado para Cuba, ya que la región oriental aún se recupera de los estragos dejados por el huracán Óscar hace tres semanas. Óscar, con un saldo de ocho muertos y dos desaparecidos, dejó graves daños en viviendas, cultivos y redes eléctricas, y aisló varias comunidades en la región oriental del país. Las autoridades han pedido a la población mantener la calma y seguir las recomendaciones de seguridad para evitar situaciones de riesgo, concentrándose en áreas abiertas y en los bajos de edificios altos.