Marta Lucía Sánchez Torres no tiene escoltas, traductores ni apoyo estatal. Solo una fe inquebrantable y el amor por su hijo. Esta mujer campesina, de 59 años, nacida y criada entre los cafetales de la vereda Chochalito, en Montenegro, Quindío, decidió cruzar medio mundo para encontrar a Robinson, su hijo desaparecido desde octubre de 2024 en los campos de guerra de Ucrania.
Robinson Sánchez Torres, conocido entre familiares y amigos como “Conejo”, trabajaba como mulero, transportando carga en camiones por las vías de Colombia. Fue convencido por un sargento —colombiano también— que lo reclutó con la promesa de ganar 19 millones de pesos mensuales en la Legión Internacional del Ejército de Ucrania. “Se dejó convencer, se fue para darnos un mejor futuro, porque él era el único que nos ayudaba al papá y a mí”, relata su madre.
Pero desde el 28 de octubre de 2024 no volvió a saber nada de él. Las autoridades ucranianas le dijeron que Robinson habría muerto al entrar en un campo minado, durante un ataque ruso. Sin embargo, su cuerpo no fue recuperado. Y Marta Lucía, aferrada al instinto que solo una madre conoce, se niega a creerlo. “Yo no lo siento muerto. Si él estuviera muerto, yo lo sabría”, dice.
Con lo poco que tenía, organizó rifas, vendió enseres, pidió ayuda entre vecinos y reunió los $13 millones que necesitaba para el tiquete de ida. El 7 de mayo salió desde Armenia hacia Bogotá, luego Madrid, Varsovia y finalmente Ternópil, al occidente de Ucrania. Allí recorre calles y oficinas militares con papeles en mano, preguntando por su hijo. “Me conseguí los números de los comandantes del batallón, pero nadie me contesta. No sé dónde voy a dormir. Es la primera vez que salgo del país”, dice con voz temblorosa, pero decidida.
No habla otros idiomas, no tiene dinero extra, y su tiquete de regreso es una incertidumbre. Marta no busca milagros, solo una señal: una prenda, una tumba, una palabra que le diga dónde quedó su hijo.
Mientras tanto, continúa su búsqueda “de la mano de Dios” y con el apoyo de quienes quieran tenderle la mano. Pide donaciones a través del número Nequi 321 234 2529. “Cualquier monedita me sirve”, repite con humildad.
Una madre quindiana, nacida en el corazón del café, dispuesta a atravesar el mundo para traer a su hijo de vuelta… o, al menos, su verdad.
Con información de Blu Radio y 180gradosquindio.com