Nació en Apartadó, estudia enfermería, quiere tener dos hijos y dice que no es desplazada.
Nació en Apartadó, estudia enfermería, quiere tener dos hijos y dice que no es desplazada.
La historia de Catherine Ibargüen Mena es parecida a tantas otras que se han contado de cientos de deportistas en todo el mundo. Una infancia pobre, el deporte como esperanza de progreso familiar en la vida y el encuentro con la gloria.
Bien lo dijo José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo: “Mientras exista la pobreza existirá el boxeo”. La sentencia aplica también, en este caso, para el salto triple.
Buena parte de la infancia de Catherine la vivió al lado de su abuela, Ayola Rivas, pues sus padres, Francisca y William, se separaron. Él se fue a vivir a Venezuela y ella se empleó en casas de familia.
Ayola cuenta que eso pasó por culpa de la violencia que se vivía hace más de veinte años en Apartadó (Antioquia) y que por eso le tocó criar a su nieta. No había mucha comida en casa ni mucho dinero para ir a las aulas. Sin embargo, estudió en el Colegio San Francisco de Asís, de Apartadó.
Allí, aprendió que el nombre de esa población en el idioma katío significa ‘río de plátanos’. “La violencia nos arropó a todos los colombianos, pero adoro mi país. Así digan lo que digan, no cambio a Colombia por nada”, asegura Ibargüen.
Wílder Zapata la descubrió en unos Juegos Intercolegidos. La puso en la línea de partida de los 75 y 150 metros planos (distancias infantiles) y, a los 14 años, se fue para Medellín. “Quiero dejar en claro que no soy una desplazada por la violencia. Me fui de Apartadó porque allá no hay buenos escenarios ni implementos”, dice.
En Medellín, la entrenadora cubana, Regla Sandrino, la convenció para que practicara saltos (alto, largo y triple). Como algún día abandonó su pueblo natal, se vio obligada a irse del país. Desde hace 3 años vive en Puerto Rico. Estudia enfermería en la Universidad Metropolitana y es orientada por el técnico cubano Ubaldo Duany, quien le recomendó dedicarse únicamente al salto triple.
Para ella, los 12 de febrero no son tan felices a pesar de recibir regalos y comer pastel: se siente sola y añora celebrar su cumpleaños con su mamá y su hermano mayor, Luis Alberto.
A sus 27 años empieza a ver dinero por el atletismo: 1,8 millones mensuales del programa ‘Altius’, más premios y otra suma de Indeportes-Antioquia), pero, asegura, que esa plata no alcanza: el arriendo de la casa en la que vive su mamá, en Turbo (Antioquia), lo paga Catherine.
En Puerto Rico, Ibargüen cuenta con el apoyo de su novio, Alexánder Ramos, corredor de 110 metros vallas, entrenado por Duany.
Catherine tiene varios sueños: casarse, tener dos hijos, graduarse de enfermera “para ayudar a los más necesitados” y “uno que contaré cuando lo realice”.