El mismo ministro de Salud, Alejandro Gaviria, lo había manifestado una y otra vez por considerar que este tipo de bebidas atentan contra la salud. La reforma tributaria estructural presentada este miércoles ante el Congreso pretende que, por ejemplo, las gaseosas deban pagar un impuesto de 300 pesos por cada litro de bebida comercializado.
Dice el texto que estarán sujetos a dicho impuesto todas aquellas “bebidas azucaradas, entre las que se incluyen bebidas energizantes, bebidas saborizadas y en general cualquier bebida que contenga azúcares añadidos o edulcorantes”. Además, “concentrados, polvos y jarabes que, después de su mezcla o dilución, permiten la obtención de bebidas azucaradas, energizantes o saborizadas”.
Y se hace la claridad: “Para efectos del presente impuesto se considera como bebida azucarada la bebida líquida, que no sea considerada bebida alcohólica y a la cual se le ha incorporado cualquier edulcorante natural o artificial, y azúcares añadidos. En esta definición se incluyen bebidas gaseosas, bebidas a base de malta, bebidas tipo té o café, bebidas a base de fruta en cualquier concentración, refrescos y néctares de fruta, bebidas energizantes, bebidas deportivas, refrescos, aguas endulzadas”.
Ya el senador Carlos Fernando Motoa, presidente de la comisión primera del Senado y miembro de Cambio Radical , había sentado su visión al respecto: “la posición de gravar las bebidas azucaradas para supuestamente proteger la salud de los colombianos no me parece coherente porque no tiene en cuenta otros productos que sí causan elementos negativos en la salud de los colombianos como los dulces, las chocolatinas, los embutidos ¿Por qué el Gobierno no evalúa cuales son los productos de alto contenido calórico que afectan y ponen en riesgo la salud de los colombianos y no estigmatizan únicamente las bebidas que se producen con base en azúcar nacional?”.
Información: El Espectador