Los desiertos han sido usados como ejemplos de un lugar donde se prueba el corazón del hombre, donde se forja el carácter y donde se hace sensible el oído humano a la voz de Dios. Representa un lugar donde la fatiga, la sed y la pérdida de orientación, hace que nos volvamos a Dios. Pero el desierto es también un lugar donde crecemos, donde sentimos que hay fuerzas nuevas que llegan y nos deja saber que delante hay una línea que determina sus límites.
Dios quiere que en medio de las dificultades de la vida diaria que son como el desesperante calor del desierto, haya un oasis de paz, donde las necesidades son saciadas, donde el agua pone fin a la sed. Ese oasis son sus brazos y el agua refrescante es su Palabra, ella nos sacia de bien y nos permite renovar las fuerzas día a día para seguir adelante. Anímate hoy, camina rumbo a las fuentes inagotables de su perfecta voluntad.
* Cita para meditar.
Ø Juan 16:33: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Ø Lamentaciones 3:22-24: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!» “.
_________________________
Pastor Raúl Martínez Quiceno