Este lunes, 27 de enero, el mundo se detuvo para conmemorar el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, en un acto cargado de solemnidad y profunda emoción. La ceremonia, considerada una de las últimas a las que podrán asistir un número significativo de sobrevivientes, se llevó a cabo en el lugar que la Alemania nazi convirtió en símbolo del genocidio y el horror durante la Segunda Guerra Mundial.
En el sur de Polonia, donde alguna vez se erigieron los barracones y las cámaras de gas que acabaron con la vida de más de un millón de personas, unos 50 sobrevivientes se reunieron para rendir homenaje a las víctimas. Acompañados de familiares, portaban bufandas con las icónicas rayas blancas y azules de los uniformes que usaron como prisioneros. Algunos no pudieron contener las lágrimas mientras tocaban las piedras del “Muro de la Muerte”, donde tantos fueron ejecutados.

Auschwitz, el mayor de los campos de exterminio nazis, se ha convertido en un testimonio del Holocausto, en el que seis millones de judíos europeos, junto con polacos, romaníes, prisioneros soviéticos, homosexuales y otras víctimas, fueron asesinados en cumplimiento de la ideología racista de Adolf Hitler.

El acto conmemorativo tuvo lugar frente al bloque 11, un espacio que albergó celdas de castigo, y junto al muro que sirvió como paredón para miles de ejecuciones. Este año, los organizadores decidieron que los sobrevivientes fueran los protagonistas exclusivos del evento, dejando en segundo plano a los líderes políticos que asistieron, como el canciller alemán Olaf Scholz, el rey Carlos III, el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente de Polonia, Andrzej Duda.

Un recordatorio eterno
El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas entraron en Auschwitz y liberaron a cerca de 7.000 prisioneros que sobrevivieron al hambre, la enfermedad y los horrores del campo. Desde 2005, esta fecha ha sido designada por las Naciones Unidas como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
La avanzada edad de los sobrevivientes otorga a esta conmemoración un matiz especialmente conmovedor. Sus testimonios, que han sido fundamentales para que el mundo nunca olvide las atrocidades cometidas, cobran una urgencia renovada en un contexto global donde las guerras y el odio siguen dejando cicatrices.