Un debate vuelve a encenderse en torno a la relación entre la música y el cerebro: ¿pueden ciertos géneros hacer a las personas menos inteligentes? Investigaciones académicas sugieren que mientras algunos ritmos estimulan la mente, otros podrían estar asociados a un menor rendimiento cognitivo.
El programador estadounidense Virgil Griffith realizó un análisis titulado “Music that Makes You Dumb”, en el que cruzó datos de preferencias musicales de estudiantes universitarios con sus puntajes en pruebas estandarizadas como el SAT. Los resultados arrojaron un patrón llamativo: quienes escuchaban con mayor frecuencia reguetón o ciertos estilos de hip hop tendían a registrar puntuaciones más bajas. Según Griffith, la simplicidad en las letras y las estructuras repetitivas de estos géneros activarían poco al cerebro.
Por el contrario, géneros como el rock aparecieron vinculados a un mejor desempeño. De acuerdo con investigaciones posteriores, su riqueza musical, los cambios inesperados en la composición y la elaboración de sus letras obligan al cerebro a procesar constantemente información nueva, lo que favorece la memoria, el razonamiento y el pensamiento crítico.
Un estudio de las universidades de Warwick y Birmingham en 2023 reforzó esta hipótesis al concluir que el rock puede contribuir al desarrollo intelectual, justamente por la complejidad que exige a nivel auditivo y cognitivo.
El Consejo Mundial sobre la Salud Cerebral ya había advertido en 2020 que la música, en general, estimula áreas relacionadas con la memoria, el lenguaje, las emociones y las habilidades de resolución de problemas. Sin embargo, los expertos coinciden en que la magnitud de esos beneficios depende del género, la frecuencia con la que se escucha y la disposición individual de cada oyente.
Más allá de las diferencias, todos los estudios resaltan que la música es un estímulo poderoso para el cerebro. Mientras algunos géneros, como el reguetón o el hip hop más simple, parecen ofrecer menos reto cognitivo, otros, como el rock, promueven una mayor actividad cerebral. La clave, dicen los especialistas, está en el equilibrio y en la manera como cada persona se relaciona con lo que escucha.






