En las zonas urbanas y rurales del municipio, 200 familias le apuestan al autoconsumo saludable y sostenible gracias al programa de Soberanía Alimentaria, una estrategia que pretende fortalecer la seguridad alimentaria y promueve prácticas agrícolas amigables con el medio ambiente.
La iniciativa, dirigida a pequeños y medianos productores, busca transformar la manera en que las comunidades accedan a sus alimentos, no solo brindando semillas y herramientas, sino también capacitación en temas clave como planificación de cultivos, manejo ecológico de plagas, elaboración de biopreparados y diseño de huertas agroecológicas.
Un ejemplo vivo de esta transformación es Asdrúbal Romero, agricultor del corregimiento de La Virginia, quien hace cinco años decidió continuar el legado cafetero de sus padres en la finca La Fortuna. Aunque el café y el plátano siguen presentes, hoy su corazón está puesto en la huerta.
“Uno piensa que sabe sembrar por ser del campo, pero no. Hay que conocer las semillas, la tierra, los abonos. La huerta requiere técnica”, afirma Asdrúbal mientras camina entre hortalizas.
Gracias al acompañamiento técnico, las plántulas y los conocimientos adquiridos mediante este programa —ejecutado por la Secretaría de Desarrollo Económico, Ambiental y Comunitario—, este productor ha fortalecido su cosecha para el consumo familiar.
“Con lo que cultivamos comemos todos en la casa, incluso mi mamá, mis hermanos y los amigos que vienen”, dice orgulloso.
Pero para él, el verdadero fruto va más allá de lo que da la tierra: “Hacer escuela en la finca, eso es lo que más vale”, afirma con convicción.
Es así que, este tipo de iniciativas promueven la autosuficiencia alimentaria y revalorizan el conocimiento ancestral del campo, dinamizan la economía local y construyen comunidades más resilientes frente a las crisis alimentarias.