Una niña de tres años se convirtió en la primera persona en México diagnosticada con gripe aviar H5N1, y lamentablemente también en la primera víctima mortal del virus en el país. El caso ha encendido las alertas sanitarias, aunque las autoridades aseguran que el riesgo de transmisión entre humanos se mantiene bajo.
La menor, originaria del estado de Durango, fue hospitalizada el 1 de abril en la ciudad de Torreón con síntomas respiratorios severos. El Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE) confirmó la presencia del virus el 5 de abril. A pesar de los esfuerzos médicos y el tratamiento con antivirales como oseltamivir, la niña falleció el 8 de abril por complicaciones derivadas del virus, incluida una falla multiorgánica.
Las autoridades de salud realizaron pruebas a 38 personas que estuvieron en contacto cercano con la menor, entre familiares y médico personal. Todos los resultados fueron negativos, lo que indica que el caso no tuvo transmisión secundaria y se considera un evento aislado. No obstante, se mantienen protocolos de vigilancia en Durango y Coahuila, junto a monitoreos en aves domésticas y silvestres en la región.
El virus H5N1 detectado pertenece al clado 2.3.4.4b, genotipo D1.1, una variante también registrada en otros países como Estados Unidos y Canadá. Este subtipo ha sido catalogado por la Organización Mundial de la Salud como de alto impacto, debido a su letalidad en aves y potencial zoonótico, aunque hasta ahora la transmisión sostenida entre humanos no se ha confirmado.
México notificó formalmente el caso a la OMS y ha reforzado sus medidas de prevención, incluyendo capacitación médica, vigilancia activa en hospitales y una reserva estratégica de 40,000 tratamientos antivirales disponibles para posibles emergencias.
A nivel mundial, la gripe aviar ha causado preocupación debido a su creciente presencia en aves, mamíferos y algunos humanos, particularmente en trabajadores de granjas avícolas o personas en contacto estrecho con animales enfermos. Sin embargo, las autoridades sanitarias mexicanas y organismos internacionales coinciden en que, por ahora, el riesgo de una transmisión generalizada en humanos es bajo.