Pensar la cuestión étnica en Colombia teniendo presente el 12 de octubre como legado, es adentrarnos a los cuadros sin colores de la deshumanización humana, a las canciones nostálgicas que carecen de tonalidad mayor en sus estructura armónica y, a gritos y voces no endebles que desde el siglo XVI, se han hecho escuchar sin aturdir a los espectadores en la vida pública y privada desde la época colonial hasta nuestros tiempos en las Américas.
En esta pintura del oprobio, sobresalen la población indígena y afro, esta última, con vestigios de la trata transatlántica y el sometimiento a la esclavización, siendo posibles por los espectros del racismo, la discriminación racial, y todo proceso de des-legitimidad del otro en la distinción social y la construcción piramidal en Colombia y las Américas en la época colonial y republicana.
En lo contemporáneo, otros espectros se han unido a la confrontación de estas poblaciones como la mendicidad y la ciudadanía. Todo lo deben reclamar, el derecho a la vida en sus territorios ancestrales y políticas igualitarias para contrarrestar las necesidades básicas insatisfechas. La mendicidad y la ciudadanía como problemática, están alimentadas de otros demonios históricos como el del racismo y la discriminación, que aparecen en el emerger constitutivos e intencionales de imaginarios del hombre cualquiera que sea, para garantizar su posición jerárquica y la deslegitimación de su par social.
La deslegitimación de las voces en lo público y lo privado en lo referente a las problemáticas innumerables que afrontan estos grupos, provienen de la no vivencia participativa de actores no inmersos en este contexto y por fuera de esa cotidianidad que no han escogido vivir, por el contrario, los principales actores en las problemáticas de Colombia tales: La violencia, des-escolarización, desnutrición, desempleo, no cobertura en salud, desplazamiento forzado es la población indígena y afro.
Por tanto, enunciar de manera iletrada que los indígenas y el afro todo lo pide y lo mendiga, no serían afirmaciones fuera de contexto, lo inaceptable es la mendicidad de la ciudadanía. De los últimas complejidades, es el concepto de castigo ejemplar, y se hace referencia hacia el año 2016, al caso de Julián Mulato Escobar, un hombre afro de trabajo informal, quien lanzó una piedra al sistema de transporte masivo Transmilenio en la ciudad de Bogotá, ocasionando daños a los buses de esta sociedad empresarial anónima, fue enviado a la cárcel, con espera de pago de una condena entre 8 y 10 años, Más la cantidad aproximada de dinero entre 50 y 60 millones de pesos colombiano.
Dando continuidad a los párrafos anteriores, se necesita la eliminación de los castigos ejemplares como instrumentos de precedentes sociales y jurídicos en Colombia con esta población. Este tipo de prácticas tienen vestigios de la colonia con los cimarrones, en la república para mencionar el caso de José Prudencio Padilla mandado a fusilar por Simon Bolivar, a comienzos del siglo XX con el acontecimento de Manuel Saturio Valencia siendo la última ejecución legal en Colombia, solo por mencionar algunas de la población afro, donde la población indígena en este acontecimiento no es protagonista.
Por último, para eliminar el espectro de la discriminación, debemos de acercarnos al otro, compartir sus vivencias, indagar sobre su memoria colectiva, asumir elementos éticos universales frente a la vida digna, producto de hecho y de ciertas reivindicaciones. Empero encontramos a la población ética principalmente a los afros en lugar de distinción como en la política, en las curules del gobierno, en la academia, en el deporte en la música. Si bien aun que el 12 de octubre nos llame a pensar la parte ética, también hay que decir, que estos han venido generando espacios en la estructura social Colombiana.
Autor:
Holmes Moreno Murillo, sociólogo, Mg en historia, cursando estudios de doctorado. Profesor de la Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO, Coordinador grupo de estudio: Memoria Colectiva, Cotidianidad Y cultura..