Un indignante caso de maltrato animal ha generado repudio en Bucaramanga y en todo el país, luego de que se difundiera en redes sociales un video en el que una pequeña perrita, al parecer, es forzada a inhalar una sustancia de color rosado, aparentemente “tusi”. En la grabación, se observa cómo dos jóvenes sujetan al animal para obligarla a inhalar la sustancia, mientras una de ellas mantiene el hocico de la perrita cerrado, impidiendo que se resista.
El video, compartido inicialmente en la sección de “close friends” de Instagram, rápidamente se viralizó, lo que provocó una oleada de indignación y denuncias en redes. La Plataforma por los Animales Alto expresó su repudio y pidió colaboración para identificar a las responsables del acto, etiquetando a la Fiscalía General de la Nación para que intervenga en el caso.
Camilo Machado, concejal de Bucaramanga, informó que las autoridades conocieron el hecho el 23 de octubre y, al día siguiente, coordinaron una intervención en conjunto con la Personería de Bucaramanga, la Inspección de Policía, la Policía Ambiental y las Secretarías de Salud e Infancia y Adolescencia. Durante el operativo, la perrita, de raza pinscher, fue rescatada y trasladada a la Unidad de Bienestar Animal de la Alcaldía para recibir atención veterinaria especializada.
El intendente jefe John Henry Pinzón Murillo, de la Seccional de Carabineros y Protección Ambiental de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, confirmó que la perrita presentaba signos de deshidratación, aunque en general se encontraba en buen estado físico. No obstante, los veterinarios realizarán exámenes adicionales para determinar si la sustancia inhalada le generó daños internos y si existe evidencia de maltrato continuado.
El alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán, condenó lo sucedido, asegurando que “no permitiremos que los casos de maltrato animal queden impunes en Bucaramanga”. También se reportó el caso al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), dado que en el hogar donde se registró el incidente residen menores de edad, incluida la presunta propietaria de la perrita, una niña de ocho años.